miércoles, junio 07, 2006

El Espíritu que sopla donde quiere...

Este domingo que pasó celebramos Pentecostés, la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles: cuenta la historia que ellos estaban muertos de susto, encerrados, dudaban de todo lo que Jesús les había enseñado, no entendían lo que había pasado, y por eso prefirieron guardarse. Un buen día vino sobre ellos el Espíritu que Jesús les había prometido, y perdieron el miedo, y salieron del encierro acaracolado, y los habitantes de Jerusalén y los que estaban ese día ahí, de todos los lugares de la tierra, los escuchaban hablar en su idioma. ¡Que cosa más rara!

Esto de los distintos idiomas me recuerda el libro del Génesis (Gn 11, 1-9) que cuenta que en Babel, los habitantes de Babilonia comenzaron a competir entre ellos, por quien construía la ciudad y la torre más grande, 'para hacerse un nombre'. En vista de estos propósitos, Dios decidió confundir los idiomas: entonces no pudieron ponerse de acuerdo.

La verdad es que ese es un relato mítico, que trata de explicar la diversidad de lenguas, y la dificultad del mutuo entendimiento humano, y como una de las razones principales de ésta es el afan de competir y superar al otro que está al lado. ¡Curiosamente tiene que ver con la imposibilidad de ponerse de acuerdo para construir una ciudad!

No puedo dejar de acordarme tampoco de la escena que presenciamos este sábado que paso: la ceremonia de colocación de la primera piedra en Renca, en que pobladores, arquitectos, constructores, militares, empresarios, voluntarios, sacerdotes, etc. se pudieron sentar juntos a la mesa. Además fue la ocasión del estreno de Epicentro, la oficina de Vivienda Definitiva de Un Techo para Chile.
Hace pocos meses habíamos celebrado ahí mismo con pobladores y voluntarios de Techo para Chile el domingo de ramos... este sábado comenzó a terminar de hacerse realidad este gran sueño de la casa propia, y con él a caminar el de la construcción de una ciudad en que todos quepan, donde la colaboración y la solidaridad sean lo que predomine por sobre el temor y la desconfianza.

Hay algo del mismo Espíritu Santo que vino hace tanto tiempo sobre los apóstoles que ha hecho una vez más que todos los que participaron de esa celebración hablaran más o menos el mismo idioma.