jueves, mayo 25, 2006

Los Universitarios y el Pueblo y Dios y la Iglesia ¿Ley de Divorcio?

Algunas encuestas muestran que en Chile y en Latinoamérica la gran mayoría de las personas creemos en Dios. En la convocatoria a la V conferencia del CELAM (reunión de los obispos católicos que se hará en Aparecida, Brasil, en mayo del 2007) se afirma que Latinoamérica es un continente cristiano, y más aún, que la mayor cantidad de creyentes en Cristo de todo el mundo vive en este vecindario de la aldea global. ¿Qué puede significar esto? ¿Qué desafíos brotan de acá? ¿Será que por ser cristianos estamos condenados al subdesarrollo?
El pueblo de Israel salió de la esclavitud en Egipto, de la mano de Moisés, caminando a través del desierto en busca de la tierra prometida. ¿Tierra prometida? Un lugar donde cultivar la tierra, donde no hubiera miseria, donde pudieran todos vivir en paz y libertad, criar a los hijos, alabar a Dios. ¿No es lo mismo que siguen buscando todos los pueblos hoy? En el camino por el desierto los israelitas tuvieron la tentación de seguir a ídolos extranjeros, dioses a la medida, espejismos satisfactores de alguna necesidad particular, y adoraban a becerros de oro, rompiendo la alianza con su Dios. ¿Nos pasará a nosotros también que nos enceguecemos tras idolillos que nos hacen perder el Sur? Se me ocurren algunos: el éxito y el dinero a toda costa; el reconocimiento de nuestros pares o la pinta,… (aquí, complete la oración).
La novedad de Jesús es que simplificó bastante la ley, y sobre todo que la promesa de Dios a su pueblo la extendió a todas las naciones, judíos y griegos,… masones y pechoños, opus y lanas. ¿Por qué no? Cada momento histórico es distinto, y el Espíritu de Dios va soplando donde quiere, revolviéndola, incomodando, dando vida, y confiamos está suscitando también en nuestro tiempo hombres y mujeres que con los ojos abiertos nos enrostren nuestras cegueras, nuestras idolatrías y ensanchen nuestros horizontes. Tenemos ejemplos contundentes de ello mirando nuestra historia latinoamericana: Bartolomé de las Casas, primer obispo de Chiapas, que cuando estuvo en La Española (hoy Haití y Rep. Dominicana), enrostró a los conquistadores españoles el escándalo de la matanza de los indígenas; o el mismo Padre Hurtado, y tantos más. ¿Nosotros qué hacemos con los escándalos de hoy?
Los jóvenes, y entre ellos los universitarios, queremos tratar de ser coherentes (todavía creemos que es posible), y tenemos cada vez más la sana costumbre de la honestidad; de no vendernos la pomada; de creernos los cuentos que contamos. Y si no, ¡simplemente no los contamos! Tal vez esto explique que una gran mayoría en nuestro continente crea en Dios, e incluso en Jesús, pero otra cosa es sentirnos parte de la Iglesia. De todos modos me parece que siguen siendo vigentes las búsquedas de seguir al Dios de Jesucristo, que quiso establecer una nueva alianza, superando la sarta de preceptos de la ley que al final esclavizaban, y centrando la vida en el amor a todo prójimo: esto solo es posible con otros. ¿Qué tendría que cambiar para que podamos llevar con propiedad el nombre de cristianos?
Échale una miradita al dios en quien crees, no vaya a ser que te hayas hecho un becerro de oro, un dios a tu medida. ¿Con quién vas a hacer una alianza? La vivencia de la fe en Jesús que no nos descuadra ni rompe esquemas, que no cuestiona nuestro modo de vida, que no nos lanza al mundo o al encuentro de los demás, especialmente de los más pobres, se parece bastante al ‘opio del pueblo’.